Sin etiquetas

POR: MAAT

A 19 septiembre, 2024

PORQUE estoy convencido de que mis escasos lectores lo mismo que yo están hartos de los temas de inseguridad, de asesinatos, secuestros, bombas y narcos, peor todavía de las mentiras, traiciones y engaños de los políticos, ni siquiera perderé el tiempo en decir de cual partido porque hay muy poca diferencia entre ellos (¿la hay?), este día tomaremos un descanso y lo dedicaremos a algo baladí, casi a divertirnos sobre algunas situaciones o circunstancias que afectan a muchos de los habitantes de nuestro querido México…

ANTES de iniciar tres aclaraciones, la última es la más importante: 1.- No nos vamos a burlar de ellos, los pendejos son así no porque lo hayan escogido, o así nacieron o por no estudiar, por flojos y cómodos, aunque de niños y adolescentes tenían chispa nunca la encendieron y no solamente se quedaron así, sino que con la edad se les acentuó; 2.- Ya grandes prefirieron seguir en la hamaca, estirar la mano, recibir la dádiva y solamente sobrevivir, y…

3.- La presente columna es sin etiquetas, no va dirigida a nadie, como luego dicen, cualquier semejanza con alguno o con varios o con muchos es mera coincidencia; o como lo dice la canción “Debut y despedida” de Chico Navarro que magistralmente interpretan Los Ángeles Negros: “cualquier coincidencia es pura fantasía”…

HECHAS las aclaraciones, les diremos que para el artículo de hoy, nos basamos en un extraordinario ensayo sobre la estupidez humana escrito por el economista e historiador italiano Carlo Cipolla (15 de agosto de 1922 – 5 de septiembre de 2000), autor de sólidas obras como Historia económica de la población mundial, que al menos a mi me hizo conocer algo de su obra Ciro Murayama, quien fuera Consejero del Instituto Nacional Electoral y hoy es columnista de El financiero…

CIPOLLA, escribió un divertimento que terminó por ser un formidable ensayo sobre las desventuras cotidianas titulado, “Las leyes fundamentales de la estupidez humana”, señalando que aunque esta triste cualidad ha acompañado a la humanidad desde su origen, no debemos menospreciar su poder dañino, menos aún en los tiempos que corren. Debemos recordarle al lector que cuando Carlos Cipolla dice “en los tiempos que corren”, se refiere al siglo pasado, puesto que falleció en el 2000…

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Síntesis

EN MAAT Dice no contamos ni con el tiempo ni el espacio necesarios para darle cabida a la magnífica obra de Cipolla por divertida que nos parezca, de manera que va una síntesis de sus leyes de la estupidez:

LA PRIMERA dicta: “Siempre e inevitablemente cada uno de nosotros subestima el número de individuos estúpidos que circulan por el mundo”. Igual que subestimamos el de los pendejos, dice este columnista, de hecho yo considero que hay más de un PUP, no creo que todos quepan en un solo partido, pienso que en México hay por lo menos veinte, o que son tan pendejos que no saben cómo afiliarse, si lo supieran ya tendrían más gobernadores que el PRI y el PAN y le anduvieran compitiendo al partido de ya saben quién, que tiene magníficos pendejos…

LA SEGUNDA ley fundamental afirma: “La probabilidad de que una persona determinada sea estúpida es independiente de cualquier otra característica de la misma persona”. La estupidez está distribuida de manera proporcional en hombres y mujeres, ricos y pobres, empleados manuales y profesionistas; incluso entre los ganadores del premio Nobel hay una amplia fracción de individuos estúpidos. La estupidez humana es incluyente, no discrimina”. Por algo el Doctor Simi gasta y gasta millones de pesos en busca del Nobel en la televisión nacional y ha contratado hasta a Rigoberta para que le haga publicidad, me comentan…

LA TERCERA ley fundamental entra de lleno a la definición de la estupidez: “Una persona estúpida es una persona que causa daño a otra persona o grupo de personas sin obtener, al mismo tiempo, un provecho para sí, o incluso obteniendo un perjuicio”. Repito; Sin etiquetas, cualquier coincidencia es pura fantasía…

A PROPÓSITO de esta tercera ley, Cipolla, al fin científico social, hace un breve paréntesis metodológico para explicar que los individuos se dividen en cuatro categorías bien definidas: a) los inteligentes, b) los malvados, c) los estúpidos y, d) los incautos.

PARA identificar tales categorías, nuestro autor traza un plano, un diagrama de cuatro cuadrantes, en los que ubica las distintas conductas humanas. Piense el lector en un reloj de manecillas: a partir del centro, a la derecha y hacia arriba los valores son positivos; a la izquierda y hacia abajo son negativos. El primer cuadrante está en el área que queda entre las XII y las III horas del reloj, y en la misma caen las conductas de un individuo que causa el bien a otros, lo que es positivo (+) y, a la vez, su acción le beneficia a él mismo, algo también positivo (+). Al generarse un bien y procurarlo a otros, la acción de ese individuo lo define como inteligente.

EL SEGUNDO cuadrante está en el área de las III a las VI del reloj; quien actúa logra obtener un beneficio para sí (+), pero causa un mal a otra persona, algo negativo (-). Gana a costa de dañar a otros: estamos ante un malvado. El tercer cuadrante va de las VI a las IX horas del reloj. Ahí, el individuo que actúa perjudica a otro (-) pero también se hace daño a sí mismo (-). Sus acciones son negativas para sí y para el tercero. Esa persona, que con su proceder causa perjuicios a los demás y se daña a sí, es la estúpida.

EN EL cuarto cuadrante, que queda en el área que va de las IX a las XII en la cara del reloj, la acción del individuo es negativa para sí (-) pero positiva para la otra persona (+). Se daña, pero hace el bien a un tercero: se trata de un incauto.

EL AUTOR italiano, escribe que “Nuestra vida está salpicada de ocasiones en que sufrimos pérdidas de dinero, tiempo, energía, apetito, tranquilidad y buen humor por culpa de las dudosas acciones de alguna absurda criatura a la que, en los momentos más impensables e inconvenientes, se le ocurre causarnos daños, frustraciones y dificultades, sin que ella vaya a ganar absolutamente nada. Nadie sabe, entiende o puede explicar por qué esa absurda criatura hace lo que hace. En realidad, no existe explicación —o mejor dicho— sólo hay una explicación: la persona en cuestión es estúpida”…

BAJO la lógica de Cipolla, podemos convenir que cuando la criatura en cuestión, la que lastima a los demás tiene poder político, la magnitud del daño provocado puede ser inconmensurable, brutal… (GFA).-

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